Le bastó una caricia a Monreal para que se desbordara en zalamerías con AMLO
Por: Arturo Reyes Isidoro.- Lo creí diferente. Le creí. Pensé que, el sí, no era igual. Sin embargo, bastó el equivalente a solo una caricia que le hizo para que Ricardo Monreal terminara desbordándose en zalamerías con el presidente López Obrador.
En lo que constituyó un verdadero cochinero, el viernes pasado senadores de Morena y sus aliados aprobaron, fast track, una cascada de reformas de AMLO y además rechazaron nombrar a los comisionados del Instituto Nacional de Transparencia, que por eso está paralizado.
Fueron 20 las reformas aprobadas en solo una hora. Las aprobaron fuera del recinto oficial, en otra sede, sin la presencia de la oposición, sin haberlas leído siquiera. Como les llegaron, votaron a favor de leyes que no conocían. Igualito como hicieron los diputados locales con aquella Reforma Electoral de Cuitláhuac García que finalmente les echó abajo la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En todo este lodacero participó quien había venido presentándose como garante de la legalidad, presumiendo siempre su doctorado en Derecho y su calidad de académico de la UNAM, presunto senador independiente dentro de Morena y opuesto a las arbitrariedades legales de Andrés Manuel.
Pero bastó que López Obrador invitara al presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado, Ricardo Monreal Ávila, a una reunión en Palacio Nacional y lo colocara a su lado para una foto con todos los senadores de Morena y aparte lo sentara junto a sus otras “corcholatas” presidenciables para que se derritiera de inmediato como una melcocha caliente y terminara arrastrándose a los pies del presidente.
Luego de la supuesta rebeldía que vino exhibiendo, no le bastó con haber convalidado el atropello legislativo que cometieron los senadores de su partido para complacer a AMLO, sino que todavía le dedicó el lunes su artículo de El Universal, que quedará para la historia como un ejemplo de lo que es convertirse en un rastrero, abyecto, indigno.
El zacatecano tituló su panegírico: “Revelación”, lo que se interpretaría, luego de leer su texto, que Andrés Manuel ha sido una revelación para él, tanto que lo deslumbró y no se contuvo de vaciarle encima cubetas de melcocha.
Por lo que escribió Monreal, la sola visita al Palacio Nacional lo convenció de que “algo ocurrió en estos días”. “Su mensaje conciliador, unitario, con perspectiva de futuro, en el que me incluyó (ahí apareció el peine) después de dos años de no encontrarme con él, sirve ahora como una brújula para quienes, como parte del proceso descontrolado de la sucesión anticipada, se desviaron del rumbo que necesitamos seguir para consolidar el cambio de régimen en el país” (el que se desvió fue él, que no aceptaba el método de encuesta).
Y cayó rendido en los brazos de su amado líder: “Siempre lo he dicho y lo reafirmo: el liderazgo del presidente y su sola palabra tienen una gran influencia en quienes conformamos el movimiento. Solo él es capaz de unificar algo que parecía resquebrajado y dividido. Su fuerza moral nos permitirá alejarnos de cualquier tentación individualista, y recordar que ninguna pretensión individual debe estar por encima del bienestar colectivo”.
O sea, apenas escuchó al filósofo de Macuspana, quien lo atrapó con su fuerza moral, y le volvió el espíritu unificador, que lo aleja de “cualquier tentación individualista” y le recuerda que “ninguna pretensión individual debe estar por encima del bienestar colectivo”. En pocas palabras, se dobló, lo dobló.
¿Y entonces, maestro, qué con aquello que dijiste en noviembre pasado de que al único que le tenías temor era a Dios y que sabías que él iba a decidir en dónde ibas a estar? ¿Qué con aquello de que ibas a esperar diciembre y sus Posadas, cuando te preguntaron si ibas a renunciar a Morena? ¿Los mariachis callaron?
“Después de haber superado el Covid-19 por tercera ocasión, el presidente se mostró con una lucidez plena (ooohhhhh), construyendo e hilando frases de una narrativa excepcional (oh my God)… Sus frases eran determinantes (¡uy!)… Observamos a un mandatario animado, de buen humor (menos mal, ¡uf) (en el mercado San José, de Xalapa, venden frescas y hermosas flores para un mejor adorno).
“Gran parte de su mensaje se refirió a su esperanza de alejar cualquier ruptura en el movimiento que él fundó, y del cual somos parte, para lograr que la encuesta (¿de modo que ahora sí la aceptas, crees en ella y hasta la mencionas solo porque te invitaron al Palacio Nacional y te tallaron el lomo?) rumbo a la sucesión presidencial fuera creíble y aceptada…”.
“El llamado que oportunamente está realizando el presidente es atendible y correcto. Y, como principal conductor y constructor de la más importante expresión política que se haya observado en las últimas décadas, es visionario”. No, pos sí, si tú lo dices.
Lo que es la ambición por tener el poder. Andrés Manuel, pues, ya se echó a la buchaca a Monreal. Ni modos, ya lo perdimos.
Así las cosas, parece que el último único posible rebelde que queda es Marcelo Ebrard, quien a pesar de que está prácticamente todos los días en el Palacio Nacional (cuando está en México llega desde muy temprano, antes de que inicien las mañaneras) no cae en zalamerías como lo acaba de hacer su aliado.
De todos modos, tengo curiosidad por ver la reacción de Monreal cuando el dedazo del presidente no lo favorezca y pierda la encuesta. Tan bien que iba, a pesar de todo.
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