20 de Abril de 2024

YA HAY PAN-MORENA EN VERACRUZ

YA HAY PAN-MORENA EN VERACRUZ

Por. Mussio Cárdenas Arellano.- Morenizado, Joaquín Guzmán ya pergeña las afinidades entre el nuevo PAN y Cuitláhuac, el gobernador que de la mano de López Obrador los echó del poder. Si le va bien al gobierno —pregona “El Chapito”—, le va bien a los veracruzanos. Y el panismo queda pasmado.

Terso y dócil, nada rijoso, su discurso es abyección y rendición.

“Queremos sobre todo esa oposición responsable —dice Joaquín Guzmán—, que vamos a trabajar fuerte, vamos a trabajar y vamos a decir qué es lo que está mal, pero también vamos a decir aquello que se esté haciendo bien”

Y Cuitláhuac García feliz, feliz, feliz.

No punza, no hiere el Chapito Guzmán Avilés, cacique azul en Tantoyuca. No irrita al gobierno de Morena que le envía la Fuerza Civil a la elección interna del Partido Acción Nacional, irrumpiendo en el recinto que albergaba las mesas de votación, este domingo 8, vulnerando el principio de certeza.

Y ya en plena proclamación del triunfo, dice:

“Vamos a resaltar aquello que se está haciendo bien, porque simple y sencillamente, si le va bien al gobierno, les va bien a los veracruzanos; si le va mal al gobierno les va mal a los veracruzanos”.

Y Andrés Manuel también queda feliz, feliz, feliz.

Si su discurso no es suicida por lo menos es torpe, validando dichos y maledicencias de campaña, la voz que hiere llamándole candidato de Morena, de Cuitláhuac y de Eric Cisneros, el secretario de Gobierno de las frases locas, financiado para apoderarse del PAN.

Guzmán Avilés arrebata la elección panista en su feudo, Tantoyuca, cuando iba abajo en el recuento de votos. Ahí le dio la vuelta al marcador. Horas antes la Fuerza Civil irrumpió en el recinto de votación, provocando la protesta y fortaleciendo la hipótesis de que el gobierno de Morena lo ayudaría a ganar.

Guzmán Avilés perdía en por lo menos 150 sitios del estado de Veracruz cuando comenzó el recuento de Tantoyuca. Y ahí alcanzó a su contrincante, José de Jesús Mancha Alarcón y lo rebasó. Y después el puente de plata con el gobierno de Morena.

Con el 80 por ciento de las actas contabilizadas, El Chapito Guzmán acumulaba 9 mil 886 votos sobre José Mancha, que obtuvo 8 mil 824 votos.

Joaquín Guzmán no llega solo. Al yunismo le arrancó aliados. Otros los perdió el yunismo perdió por ceguera y traición.

Uno de ellos, clave, es Víctor Serralde, magnate político de Córdoba cuya fortuna no le viene de la cultura del esfuerzo sino del esfuerzo del erario, los dineros que corrían en Sedesol, hoy Bienestar, bendecido por las cúpulas del poder panistas y priistas, el cabildeo de una madrina sin par y de uno de los Yunes azules al que no dudó en traicionar.

De la mano, la mano sudada de Silvia Monge, diputada local, federal, yunista y duartista, Serralde ha construido un emporio, un consorcio de empresas sobre las que llovían contratos de obra, que sirvieron para sí, para su bolsillo, para hacer política y hasta para increpar al PAN.

Silvia Monge tocaba la puerta y Josefina Vázquez Mota la abría. Fluían los recursos de Sedesol en el sexenio foxista a Veracruz, a enclaves precisos en los que Serralde crecía políticamente.

Y así siguió, pegado a Silvia y coordinando los programas sociales en la sierra de Zongolica con Fox y Felipe Calderón. Más tarde, diputado federal por Huatusco, el panista más votado del país con 90 mil sufragios, trepó después en la presidencia de la Comisión de Desarrollo Rural donde derramó más recursos para los sindicatos cañeros.

Serralde se enchufó con Josefina Vázquez Mota y luego la desechó; con Ernesto Cordero, ex titular de Sedesol y aspirante presidencial en 2006, y luego lo desechó; con Gustavo Madero, ex líder nacional del PAN, y luego lo desechó.

A Serralde le llueven las obras, los contratos, los servicios. Una de sus oficinas, en Córdoba, concentra gran cantidad de personal dedicado a integrar documentación para participar en licitaciones. Unos le llegaban cuando el PAN gobernaba a México; otros cuando el PRI regresó. Y con los gobiernos priistas, en tiempos de Javier Duarte, aún más.

Hoy es aliado de Joaquín Guzmán Avilés; luego lo desechará.

Serralde y Silvia Monge pasaron del yunismo azul al duartismo. Ella, la que exhibió e increpó a Javier Duarte en la Cámara de Diputados en 2009 —la gesta de los Puerquitos Rojos—, acreditándole desvío de recursos y el uso del aparato de poder para construir su candidatura a gobernador, terminó negociando y defendiendo la causa del saqueador de Veracruz, pagada con una migaja en la Secretaría de Turismo estatal.

Gana Julen Rementería y su prole. Antiyunistas, luego yunistas, ahora enemigos de los Yunes azules, el senador y su hijo Bingen fueron clave para cambiarle el dueño al PAN. Sus votos en Veracruz, Soledad de Doblado, parte de Boca del Río, marcaron distancia entre el Chapo de Tantoyuca y José de Jesús Mancha Alarcón.

Su alianza con los Yunes tuvo dos puntos críticos: la candidatura de Marco Antonio Núñez López a diputado por Veracruz, que le fue negada, y un desliz verbal de uno de los hijos de Yunes Linares.

Marco Nuñez, hoy apoyador de Joaquín Guzmán Avilés, había sido su acérrimo crítico en 2008, advirtiendo cómo se perpetuaba en los cargos.

“Yo considero —decía Núñez— que si ya fue alcalde, luego diputado, volvió ser alcalde y ahora quiere ser diputado nuevamente, no es ético ni sano para Acción Nacional; es como la ley chapulín”.

Le faltó mencionar al hermano, la hermana, el hijo, todos acaparando alcaldías y diputaciones. Fuera de los Guzmán, nadie en el PAN tiene capacidad para gobernar el predio.

A Bingen Rementería le aseguró el yunismo que sería el sucesor de Fernando Yunes en la alcaldía de Veracruz, para él la candidatura y el respaldo del grupo. En corto, la verdad: “Hasta cree que va a ser candidato”, dijo uno de los juniors del ex gobernador. Y ahí acabó el pacto.

Así, los Rementería se llevaron sus votos, sus alianzas, su capacidad de operación.

Entre Chapo, Julen y Serralde, el candidato a la gubernatura en 2024 sería el protegido de Silvia Monge. Por su misma presencia mediática y el arrastre entre las bases panistas, Julen Rementería representa un riesgo para Morena y el obradorismo. Mejor jugar al rival más débil.

Así se fractura el PAN. Aquella unidad, la de 2004, 2010, 2016 y 2018 es historia. Concluido el gobierno de Yunes Linares, sueltos los grupos, volvió el encono. Los que ocuparon secretarías, subsecretarías, direcciones, los que dormitaron en la nómina y obtuvieron prebendas, hoy arremeten contra el yunismo azul.

El yunismo vive de la audacia y la métrica del poder. Ofrecen y prometen, pactan y cumplen al 100 y a veces a medias. O no cumplen. Ahí está su fragilidad.

Domina la soberbia al vástago del gobernador que despacha en el palacio municipal del histórico puerto. Veracruz municipio crece tanto como los desplantes de Fernando Yunes. Hay operadores del yunismo que terminaron en el duartismo y otros, como Enrique Pérez, ex secretario de Educación, optaron por mantenerse al margen.

Por segunda vez, la elección se judicializa. José Mancha esgrime violación al principio de certeza, la intromisión del gobierno de Veracruz y el ayuntamiento de Tantoyuca, la Fuerza Civil en el interior del recinto donde se realizaba la votación.

Y Guzmán Avilés produce una declaración insólita:

“Vamos a resaltar aquello que se está haciendo bien, porque simple y sencillamente, si le va bien al gobierno, les va bien a los veracruzanos, si le va mal al gobierno les va mal a los veracruzanos”.

Más morenista no se podía ver.

Descuartizado, el PAN está negado para la unidad. Políticamente es un rompecabezas en el que las piezas no encajan. Y así va hacia la elección constitucional de 2021.

Por lo pronto, de la mano del Chapito Guzmán son el PAN-Morena.

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