Ciudad de México.- El caso del secuestro y asesinato del estudiante de la Universidad del Pedregal ha impactado a la Ciudad de México.
Norberto Ronquillo estaba próximo a concluir sus estudios y fue un día antes de tomarse la foto oficial que fue secuestrado saliendo de la institución académica.
La familia del joven estudiante pagó el rescate con la esperanza de tenerlo de regreso, pero esto no sucedió.
La procuradora capitalina, Ernestina Godoy, ofreció una conferencia de prensa y aseguró que Norberto Ronquillo murió momentos después de que sus familiares realizaron la negociación del rescate, es decir, durante las primeras horas del miércoles pasado.
Sin embargo, los peritajes señalan que su deceso ocurrió el pasado sábado.
De acuerdo con exámenes realizados por el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo), el joven estuvo cautivo por cuatro días y después fue asesinado.
La necropsia indicó que Norberto Ronquillo murió por asfixia y tenía la nariz fracturada.
Los familiares de la víctima solicitaron la intervención de la Fiscalía General de la República (FGR) debido a que consideraron que la procuraduría local no actuó de manera inmediata tras enterarse del secuestro.
Por su parte, la Procuraduría General de Justicia (PGJ) ordenó una indagatoria exhaustiva a elementos de la Fiscalía Antisecuestro, pues no dudan en que hubiera algún trato con los secuestradores.
El cadáver de Norberto Ronquillo fue encontrado la madrugada de este lunes en Xochimilco y se halló gracias a una llamada de los pobladores que alertó a las autoridades.
Un mando de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) es el primero que ya está identificado y bajo investigación de la Procuraduría capitalina por entorpecer las indagatorias por el secuestro y homicidio del estudiante Norberto Ronquillo.
Se trata del jefe de patrullas del Sector Hospitales, apellidado Cevallos y con indicativo Hospitales Delta 1, quien no resguardó el Yaris blanco de Norberto, abandonado horas después del rapto en la colonia Arenal Tepepan, en Tlalpan.
Conforme a lo establecido en el expediente CI-FCIH/UI-1C/D/00100/06-2019, una llamada al 911 alertó el miércoles 5 pasado sobre un Toyota Yaris con placas L84-AGM que obstruía la circulación sobre Avenida Arenal.
Tenía las intermitentes puestas y a un costado, sobre la banqueta, estaban tiradas las llaves.
Dos oficiales del Sector Hospitales fueron avisados vía radio alrededor de las 1:10 horas vía radio.
Por la forma en que habían dejado el coche, sospecharon que estaba relacionado con un ilícito, avisaron a su mando y se abstuvieron de pedir una grúa.
Minutos después, el primo de Norberto pasó por la avenida a bordo de una camioneta. Al ver el automóvil de Norberto detuvo su marcha y se acercó a los policías.
“Es el carro de mi primo”, exclamó. Le comentó a los uniformados que vivía por allí, y que horas antes había sido secuestrado.
Apenas vio las llaves tiradas y una mancha de sangre explotó en llanto y rabia.
Posteriormente, llegó el comandante Cevallos, a bordo de la patrulla MX-710S1. Fue enterado de la situación pero ordenó a sus subordinados retirarse.
Al no haber aún denuncia del secuestro, permitió que el Yaris fuera llevado a casa de los tíos de Norberto, con lo cual se perdieron evidencias como huellas dactilares, el rastro hemático y cabellos de los sospechosos.
Una hora y media más tarde, consta en el expediente, se activaron los protocolos de secuestro en la Procuraduría y con ellos las órdenes de resguardo de evidencias y la petición de videos al C5.
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