28 de Marzo de 2024

ERIC, EL EXPLORADOR

ERIC, EL EXPLORADOR

Por: Arturo Reyes Isidoro.- Cual émulo de David Livingstone, el gran explorador escocés (toda proporción guardada, claro está) ayer de pronto nos enteramos que como todos los problemas de Veracruz ya están resueltos y para no estar de ocioso, el señor secretario de Gobierno, Eric Cisneros, emprendió una nueva faceta en su vida personal y como funcionario público: el de explorador en busca de nuevos atractivos turísticos del Estado, según escribió y publicó él mismo en sus cuentas de las redes sociales.

“Con el objeto de explorar nuevos atractivos turísticos en Veracruz, este domingo navegamos el Río Papaloapan, desde Tlacotalpan hasta Cosamaloapan. Por instrucciones del gobernador @CuitlahuacGJ, buscamos opciones para el turismo nacional e internacional”. ¡Chútatela compadre!

Para empezar debe mencionarse que el señor es un verdadero mil usos, un estuche de monerías, un polifacético, un tomatodo, pues un día lo mismo sustituye al alcalde de Xalapa Hipólito Rodríguez Herrera y se dedica a supervisar obras, otro nos aparece como escritor y presentador de su misma obra, al día siguiente lo vemos en las terminales del ADO presentando  bailables, otro abriendo una tienda de artesanías en una de las más exclusivas plazas comerciales de Boca del Río (¿cuánto cuesta la renta mensual del local y quién lo paga?), otro más, disfrazado de “muerto” y calavera (ya solo le falta vender mole en el mercado Jáuregui). En fin.

Y ahora, cuando incluso su partido está hecho bolas con las precandidaturas y se supone que él es quien debiera poner orden como el operador político que se supone que es de la administración estatal, ve que tiene una misión más importante, que la historia de Veracruz lo está llamando y le tiene ya un nicho esperándolo para que lo veneren las nuevas generaciones: la de descubrir lo que no han podido ni arqueólogos, ni antropólogos, ni etnólogos, ni historiadores, ni investigadores, tantos y tan prestigiados que ha tenido Veracruz, con reconocimientos internacionales.

En la era de los Google Maps, de los satélites con cámaras infrarrojas para descubrir desde el espacio sitios inexplorados, de los relojes para medir las emociones (los latidos del corazón), de la inteligencia artificial, pues, que puede crear un robot explorador de nuevos atractivos turísticos en Veracruz sin distraer el tiempo de un hombre que gana más de 60 mil pesos mensuales que pagan los contribuyentes, este valeroso funcionario se lanza a la aventura en busca de un mundo ignoto, se adentra en lo más profundo de la selva cuenqueña veracruzana, como Marlow por el Congo al corazón de África, al corazón de las tinieblas, que inmortalizó Josehp Conrad.

Qué largo viaje. Debieron haberse llevado varios días preparando la expedición, previendo el peligro de los caimanes, de las víboras, en especial de las boas constrictor, de las arañas con venenos mortales, de los insectos transmisores de enfermedades más peligrosas que el Covid-19, de las voraces pirañas del río, de los nativos reductores de cabeza. Qué peligro. Cuánto peligro. Que intrepidez (no debió haber faltado el pilluelo que coló a escondidas una nevera con las respectivas chelas, faltaba más).

¿¡Desde Tlacotalpan hasta Cosamaloapan!? ¡Vamos! Siquiera hubiera sido desde Tlacotalpan hasta Otatitlán, para hermanar esas ciudades típicas, con profundas raíces religiosas, donde lo mismo veneran a la Virgen de la Candelaria que al Cristo Negro.

No se haga, señor secretario, y se lo digo con todo respeto. Fue usted a pasear, a asolearse, a pasar un buen domingo a costa de nuestros impuestos, a que le diera la brisa, esa sabrosísima brisa que sopla y pega conforme avanza la navegación. Debió haber disfrutado de una sabrosa y fresca mojarra, a lo mejor al acuyo, de unos camarones, de buen tamaño, para pelar, de un ceviche, de los infaltables, en esa zona, frijoles refritos guisados con manteca y de los plátanos fritos también de esa cuenca. Si no se tomó algunos alipuses seguro que probó uno que otro “torito”, ¿de guanábana, de jobo, de cacahuate?

Dudo, y discúlpeme que dude de usted, que haya descubierto en su celebrado viaje alguna nueva opción para el turismo “nacional e internacional”. En las fotos que subió a las redes sociales se nota usted muy guapachoso, gozador dirían en la Cuenca. ¿Cuánto le costó al erario su aventura?

Hace casi veinte años, un día embarcamos en Alvarado con el entonces gobernador Miguel Alemán Velasco. Pretendíamos navegar por el río hasta Tlacotalpan. Inversionistas europeos dedicados al ramo del turismo y del turismo de aventura habían manifestado su interés en invertir y traer embarcaciones especiales para recorrer el Papaloapan. Pero lo que al arranque resultó atractivo, a los pocos minutos se fue volviendo un viaje aburrido, tanto que donde vio el licenciado Alemán que podíamos desembarcar ordenó que la embarcación se hiciera a la orilla. Eso fue todo. Eso era todo.

Según el secretario lo envió el gobernador a descubrir un nuevo mundo. ¿No será que en realidad busca así alejarlo del Palacio de Gobierno?

Bueno. Al menos creo que regresó sano y salvo, que no se perdió como David Livingstone, que, si no, se hubiera tenido que enviar a un periodista en su búsqueda, como aquel famoso Henry Stanley, a quien el New York Herald envió al corazón de África y por fin, en 1871, lo encontró a orillas del lago Tanganica y pronunció aquella frase que pasó a la historia: “Doctor Livingstone, supongo”, que aquí se hubiera actualizado con: “Eric Cisneros, supongo”.

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