25 de Abril de 2024

AMLO le jala fuerte los bigotes al tigre norteamericano

Por: Arturo Reyes Isidoro.- Si al final los mexicanos no pagáramos las consecuencias, no nos preocuparía, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador le está jalando los bigotes al tigre, que por alguna razón no se ha decidido a lanzar un zarpazo, que cuando lo haga nos va a sacudir a todos.

Que se quiera erigir en líder de los países latinoamericanos para tratar de desaparecer la Organización de Estados Americanos (OEA), sin que tome en cuenta que el organismo es un instrumento de control del gobierno de Estados Unidos, constituye un reto para los norteamericanos.

De mis contemporáneos, quién no recuerda las locuras de Luis Echeverría, quien se creía un iluminado, el adalid de los oprimidos del mundo, e intentó encabezar los países del Tercer Mundo y al término de su presidencia anunció que estaría “a disposición de los Estados miembros de las Naciones Unidas que expresen su deseo se confiarme el cargo de secretario general de las Naciones Unidas”.

Que AMLO traiga como invitado especial para los festejos patrios al tirano Miguel Díaz-Canel, quien el pasado 11 de julio reprimió a garrotazos a miles de cubanos que exigían libertad y comida y detuvo y mantiene en prisión a casi 500 de ellos, representante de un gobierno enemigo histórico de los gringos, se puede tomar como una provocación.

No hay borracho que coma lumbre. En 2002, hace 19 años, el panista Vicente Fox invitó al dictador Fidel Castro a venir a la Cumbre Extraordinaria de las Américas, en Monterrey, pero lo apretaron los güeros y tuvo que condicionarlo. Le expresó la frase ya histórica: “Bueno… vienes… comes y te vas”.

Está bien que AMLO pida al gobierno de Joe Biden que actúe con grandeza y levante el bloqueo a Cuba, algo que todos queremos y pedimos porque el que paga las consecuencias es el pueblo cubano, un pueblo generoso, amistoso, alegre, ligado por la historia a México y en especial a Veracruz, pero también muy sufrido lo mismo a consecuencia del bloqueo que de la represión de la tiranía castrista y ahora poscastrista.

Si por más de 59 años el Tío Sam (a partir del 7 de febrero de 1962, siendo presidente John F. Kennedy) ha mantenido el bloqueo, ¿lo va a levantar solo porque lo pide AMLO, quien, además, no condena la represión contra el pueblo cubano y en cambio le otorga un papel estelar al dictador Díaz-Canel?

Tampoco se puede olvidar el coqueteo del tabasqueño con el sátrapa venezolano Nicolás Maduro, otro enemigo del gobierno de Estados Unidos, represor, igual, de su pueblo.

Pero lo que puede constituir el hito que puede acabar con la paciencia del imperio, a mi juicio, se dio ayer cuando López Obrador mandó a galera, a la última fila de la grada para invitados al desfile militar en el Zócalo capitalino, al nuevo embajador norteamericano Ken Salazar.

El diario Reforma destacó el hecho y publicó la foto ilustrativa. Además, mientras que mandó a Salazar a la grada de invitados, a la intemperie, al dictador lo tuvo a su lado, bajo un toldo que los protegía.

Es cierto, uno es presidente y el otro solo embajador, pero hay una gran diferencia en sus representaciones y, además, ni siquiera mandó al norteamericano a un lugar preferente de la grada. Su gobierno lo va a tomar como una humillación. Me atrevo a pronosticar que habrá consecuencias. Con que, por efecto dominó, no nos alcancen, allá AMLO.

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